La sabiduría está en saber escuchar el hambre. Come palabras como un lobo la carne, abre una antología en tiempos de sequía, silencio, bebida, música, y el silencio en los ojos, y las manos fuera de cordura. Así nace un poema. Contempla, observa, asimila. Vete. Embriágate, lee y edita. No vuelvas más. Al final uno escribe el mismo poema toda la vida, lo digo yo, lo dice Bishop, y cualquier idiota que esté buscando una receta para hacer poesía. A la poesía no se le busca en la cima de todas las creencias, ni en la ilusoria inconsciencia de la estabilidad. Uno va a dar a la poesía como a una tierra extranjera. Sin nada en el bolsillo, sin nada adentro, o mejor dicho, con el mundo adentro. El vacuo sentir no busca reposo, la conciencia de si, sí. Que carga más grande no saber usar el libre albedrío en pro de vivir. Yo, llegue aquí, a este texto diminuto porque creí en que mi vida era minúscula. Y cuando supe que estaba haciendo, vi la magnitud de mi plenitud. Le fui quitando...