17.11.2018 “Desde la tristeza que se desploma, desde mi dolor que me cansa, desde mi oficina, desde mi cuarto revuelto, desde mis cobijas de hombre solo, desde este papel, tiendo la mano.” No estoy perdiendo nada, creo que no tuve nunca. Ninguno fue mío. No estoy inmóvil, mis dedos se mueven como locos en el tránsito de la hora. Sin embargo, por qué no siento que esté diciendo algo. Prometí escribir lo que no se puede escribir a expensas de lo que no tuve nunca pero que atravesé con cada uno de los sentidos adheridos al cuerpo y alma. ¿Cómo llego a escribir mi vergüenza? Quisiera sacarla toda en una hoja mecanografiada. Se han escrito obras maestras, pero, no he leído ninguna, o bien, ¿En qué capitulo habla o escribe el hombre su vergüenza? Quizá, nunca escriba otra vez. Sólo viene a este mundo a quedarme, a ver y observar como el tiempo no existe y que, equívocos y pobres, llamamos vida. Preguntar cómo seguir, cómo vivir, inútil pero necesario para ...