Puse a
Bach, oculta de los ojos del Sol fulminante del desierto; escondida entre la
sombra de un telar artificial creo que nunca le hecho tanto bien al mundo como
en este momento. Los arboles tímidos y los pajarillos chirriantes me lo
confirman en una danza de gratitud que navega en las olas del cielo. Y escribo.
Nuevamente. Esa es la gratitud que el universo me da. Aquí, sola. Antes de que
alguien venga y me rompa.
Una.
Cualquiera.
Abrazar el
aire y no tu dorso
Es un dolor
que no te explico
En el arco
de mi costado
Sólo la que
fuiste
No te
explico porque no existes
Respirar el
aire y no la estela de tu cabello
Es un dolor
que se piensa sin olvido
No te
explico porque hubo una que aquí
Se sentó
conmigo. Una. Cualquiera.
Alzo la cabeza
y dejo caer el aire
El único
recuerdo que me queda
Es tu dorso
en el suyo, tu cabello en su aroma,
tu andar a
su compas, tu nada extinta.
Y un
paisaje que dibuja lo reemplazable,
Lo inerte,
lo mortal que fue mi amor
Para una
que se sentó aquí conmigo.
Justo en el
vacío que ocupa el aire.
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