La vida te deja callado
de un solo golpe.
¿El
silencio de verdad está vacío?
Ya
no puedo callarme ni contenerme. Una vez que empiezas a conocer tu voz se
vuelve algo que te abraza. Llenar el silencio es la mejor forma de libertad que
existe. No hay que dejar al silencio solo.
No
puedo callarme, aunque no pueda moverme, habla la cabeza sola como su fuese su única
amiga. Y al costado de mi casa, mi vecino, tampoco puede guardar silencio. En
estos días, en la contemporánea revolución que se impone a cada instante, el
silencio es el arma más peligrosa.
Desvarío,
lo sé, es esta mi escritura. Lo lamento.
Me
siento obligada a guardar silencio. Pero, estoy escribiendo, quiero tomar fotografías
y hacer música, pintar. Escribo a decir verdad desde los cuatro años, infinitas
cartas a todo ser vivo. Lo recuerdo, a las aves, a los perros, al amor, a mis
padres, a lo que no conocía. Como acto deliberado escribo desde los veinte
años. Y hasta hoy es el único lugar de retorno. Cuando peor he estado en la
vida, cuando ni Dios te busca -porque así es-, la necesidad más inocente de
creación se vuelve la única molécula de oxígeno. He experimentado estas
necesidades básicas. Morir, escribir, respirar, pintar, crear música. Nunca sé
de donde vienen ni en donde terminan, pero, aparecen de una manera tan mágica
que el silencio me sonríe y me brinda ese espacio remoto donde no hay dolor que
pueda tocarte.
Dolor.
Ni siquiera he experimentado el más grande de los dolores, ¿Quién sabe cuál es
el mayor de ellos? Apuesto a que la crucifixión de Cristo no lo es, lo es su
historia. Sí, creo que me duele la historia, del mundo, quizá.
Pienso
a toda máquina, escribo despacio. Lo único que puedo hacer ahora es prometerme
que no dejare de escribir un sólo día y no sé a lo mejor y así hay una creación
tan única que suplante la vida.
No
hay nada que valga una gota del dolor humano. Ninguna pieza de todas las artes debería
costar el más profundo de los sufrimientos. Ahora, escribo desde una onda
tristeza.
Así
como no hay un sólo día igual a otro, así como tampoco ni un solo atardecer es
el mismo. Oh, los atardeceres son la mejor creación del universo. Así, esto que
escribo es único, sólo yo lo sé hasta que de algún lugar del mundo otro ser le
ponga sus ojos, y así crear un sonido al unísono que llene el silencio.
Voy
a escribir porque soy la persona más afortunada del mundo. En lo más bajo y
alto de mis días, lo soy. Y porque todo carece de sentido. Y porque, joder, es
como darle un baño caliente a mi cabeza.
Escribe,
pinta, haz música, vive el tiempo. Olvida la vida y NUNCA nombres a nadie o
algo como si te salvara porque la vida, la puta vida o destino o como quieras
llamarlo, te lo quitara, lo va a matar.
Agradezco
a todos los que han sobrevivido y que han creado algo tan honesto como el acto
de respirar. No me interesa cambiar el mundo. Es mero instinto de
supervivencia.
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