No hay nadie a quien hacer entender.
Nunca había conocido la soledad.
Pero desde que ella partió, no soy otra
mas que el alma más triste de estas calles
en las que ando en automático,
donde veo tus pasitos que me sé de memoria.
Me pierdo en el fondo del asfalto
viendo todas las cosas que pude cambiar.
El pensamiento más triste que vive
en mi mente y en cada fibra de mi cuerpo
se repite, insesante
pienso en todo lo que daría por abrazar tu cuerpo
por verte bajo los rayos de un sol que
te arrebato de mis brazos.
Aún siento como se siguen
desvaneciendo mis fuerzas.
Me voy agotando, es eso
estoy cansada
y duermo más que el pasado debajo de mi almhoada
y no levanto la cara de la cama
no puedo, simplemente no puedo.
Me pesa tu recuerdo abandonando mi memoria
mientras te quiero jalar con todas las fuerzas de mi dolor
-que es lo único que me queda-
para no perderte en los hilos de la eternidad.
Estoy cansada y pobre
no tengo donde llorar
camino sola y esta ciudad me come
me devora cada que avanzo
y no llego nunca a ningún lugar.
Al final
es siempre la misma tumba
tiene ventanas, puertas,
una cama donde posarse para que
una criatura lama y cure
una y otra vez mi vida.
A remiendos puedo construirme
bajo esta losa de tierra y arena;
las flores marchitas sobre mi cabeza.
Así hasta el segundo exacto
en que me vuelva polvo a tu lado.
Salgo de este deposito por pie
de noche....
Se abre sobre mi cabeza volcánica
un camino de constelaciones que me invitan
a desintegrarme en millones de pedazos,
y no tengo fuerzas para cerrar los ojos
y ser más que infinito.
La bóveda se mueve, tiene brazos de andrómeda
pero, no me puede tocar y quitarme el mal
tan sólo dibujo tus ojos en cada luz estelar.
Estoy cansada
no puedo
necesito tu ternura
necesito tu olor
necesito salir del mismo día
que se repite
por siglos.
Es la primera vez que me atrevo a ponerte aquí.
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