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Tu lugar.

Quédate conmigo hoy,
vive conmigo un día y una noche
y te mostraré el origen de todos los poemas.
Tendrás entonces todo cuanto de grande hay en la tierra y en el sol
y nada tomarás ya de segunda o tercera mano,
ni mirarás más por los ojos de los muertos,
ni te nutrirás con el espectro de los libros.
Tampoco contemplarás el mundo con mis ojos
ni tocarás las cosas con mis manos.
Aprenderás a escuchar en todas direcciones
y dejarás que la esencia del Universo se filtre por tu ser.


— Walt Whitman, Fragmento de ‘Canto a mí mismo’

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Soft like you say to me.

I’m just sitting here in the corner of my bed I’m sick actually, the worst of me writing this for you as if I was touching the notes of a piano song. Trying to say to you Every time: your name In the morning, at my coffee, inside of the shower, when I took the train, when I walk around Eixample, every time You inside of my imagination. Living that road trip in the Europe east And you say ever time things about how you are I love how you don’t realize that ever time is you, darling Inside of my imagination. You can fuck everyone in the world, don’t care Your beautiful soul open to me is more addictive that the heaven between your legs And again and again Between the sunrise and sunset, Every time  You inside in my imagination

Muerte Natural.

La lectura del cuento debe realizarse con " Ólafur Arnalds -  Loftið Verður Skyndilega Kalt" de fondo. Eres un ser despreciable. Te aborrezco, me das nauseas. Me produce el vómito gastar mi sentir en tu esencia. Vacía no, estás llena de excremento, ¡repulsiva! Así no debió comenzar esto, no debiste haber existido. Odio tus antepasados, tus ancestros que te crearon. El tiempo que estuviste en el vientre de tu madre, tu primer llanto y tu insuficiente deseo de vivir. Te detesto sobremanera, no te soporto. Eres una enfermedad incurable, una epidemia que destierra la sobrevivencia en esta Tierra. Me sangran los ojos, mis poros infectados se revientan al tocarme, mis intestinos están llenos de mierda, y más que mis pulmones podridos, ¡Mi maldito cerebro! Mis días transcurren buscando el mejor método. Algo, algo que no deje ni una célula tuya, ni un solo átomo tuyo: un vacío lleno de nada, una existencia invisible, algo que anuncie que no has vivido.   Un
Anoche viví, por vez primera, el terror de volverme loca. Estoy sin defensas, absolutamente desnuda. Suspendida del abismo, balanceándome. No tengo deseos de nada. Hay un silencio en mí. No quiero volverme loca. Ayer pensé que quiero volver a Buenos Aires. Con mi cuerpo puedo hacer lo que quiero: viajar a cualquier país, ir a cualquier lado. Pero mi silencio y mi tristeza no siguen a mi cuerpo. Me siento más triste que nunca. Tal vez tengo lo que llaman “manía depresiva”. He recibido una hermosa carta de Roberto J. “Déjate ir”, dice. Pero Roberto cree enormemente en los valores del espíritu, posiblemente jamás se preocupó de la locura, jamás se preocupó de saber o sentir si es loco o no. Sabe y siente que es poeta y por lo tanto un ser diferente. Yo también sé y siento que soy diferente, pero también sé y siento mi enfermedad, su peso, su fuerza. Volver a Buenos Aires y psicoanalizarme. Pero ¿de dónde obtendré dinero para ello? Más valdría suicidarme, ahorrarme los meses o los años de