Quisiera decirte tantas cosas, hablarte y tocarte.
Quisiera decirte como me siento cuando te veo. Me detiene el pudor y el miedo.
No quiero romper la conexión que tengo contigo, y quiero hablarte, decirte que
me encanta mirarte, que me sé cada detalle de tu rostro, que me anticipo a tus
gestos, me encanta ver cómo te muerdes los labios, como jalas tu cabello, como
tiras tu café, adoro la manera en que suspiras robándote el aire que es mío,
escucharte reír es mi forma de éxtasis.
No puedo dejar de observarte, es lo que hago todo el
día, incluso cuando te pierdes en tu mente. No puedo hacer que te ausentes de
mí, trato de no pensarte y luego te me haces sueño y, soy la persona más feliz
del universo. El dolor en el centro del cuerpo ahí donde debes de habitar tú,
es insoportable. Te tengo a mi lado y te hago mía cuando te veo. Te adoro tanto
que los Dioses podrían sentirse inferiores a ti. Me encanta la forma de tu
boca, ver como muerdes la comisura de ella, y pienso: como me gustaría estar
ahí entre la carne de sus labios. Veo tus pestañas que, por si fuera poco
enmarcan y adoran tus ojos: negros, inmensos. No puedo sostener más de lo que
dura un suspiro tu mirada, me atrapas, y no te das cuenta. Y es que están
llenos de tristeza y melancolía, gritando ternura que no puedo manejarlo.
Y me aterra esto.
Quisiera decirte tantas cosas, quisiera hacerte esas
tantas cosas. Quiero decirte que sueño contigo a diario, que siempre somos
felices en el sueño, que no temas, que no estás sola, incluso cuando no tengo
conciencia, tú eres la demencia de mi vida.
Mi humanidad muda ante tu presencia, ya no percibo
ni mi voz. Abandona mi alma que no sabes que habitas. Déjame ser. Dueles muy
dentro, donde no sé qué existe, abandona mi alma que la adoptaste como tu
hogar. No soporto ver a dónde se dirige tu mirada, quisiera que sólo fuera a
mí. Siento celos del mismo cielo oscuro cuando admiras su belleza, no soporto
ver tus sentidos en otro ser que no sea yo.
Adoro tu libertad.
No es que quiera romper lo que eres, no, si de eso
vivo. Quiero que seas libre a mí lado, quiero que me dejes velar por tu
libertad, quiero protegerte de ti, de todos. Quiero decirte todas estas cosas.
Por eso te escribo, para gritarte lo que no puedo con el alma, lo que no puedes
escuchar. El grito de las letras es más ensordecedor que mi voz llena de
carencias. No me ves. No me sientes. No te imaginas.
Septiembre, 2015
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