Si contara las botellas vacías
en mi habitación
no igualarían nunca
las veces que he visto
tu fotografía.
Y mira que hay las suficientes
para lanzar cientos de mensajes al mar.
Hay días que no toco la libreta
que vivo una vida.
No me gusta,
porque es la pluma
la que siempre te espera.
Disculpa entonces
la osadía de quererte.
Hacer poesía.
Dibújame en tus ojos
los margenes de los símbolos
y deletrea tan lento como puedas
cada letra de todas las palabras
de donde has nacido.
Otra vez se me hizo noche
otra vez es la misma sensación
de no saber qué es lo que me falta
ess misma que hundió a Bukowski.
Es cierto, la cerveza es lo único
que siento ahora, ¿sabes?
cuando entra en mi boca son
miles de besos que burbujean
sobre mi lengua, es a veces,
lo único que entra en mí y no me abandona.
He perdido la cuenta en el día doce
de todos los días que llevo perdido
en una licorería o al fondo de todas
las botellas de etiqueta distinta.
Me detengo, pongo pausa
buscando tu ausencia en este cuarto
lleno de un blanco vacío.
Te he buscando en un sueño,
en otros, he estado agradecido
de haber despertado, pues
también en mis pesadillas has habitado.
En este bucle en el tiempo
respiro hondo para verte
de carne y hueso,
tu silueta y tus ser los tengo
grabados en el cuerpo.
Las puertas se cierran detrás
de mi ceguera, no puedo encontrarte.
La noche es tan larga como
el deseo de eternidad.
Arribo a descansar al mismo desierto
que guarda mi oasis: Trópico de Capricornio.
Creo que aquí retomo al fin
el propósito de mi huida.
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